Los callos son un problema bastante común al que se enfrentan muchas personas. Su formación está asociada a la fricción o presión sobre determinadas zonas de la piel, lo que provoca un engrosamiento local y queratinización de las capas superiores. Aunque muchas personas consideran que este problema es puramente cosmético, los callos pueden causar molestias y dolor. Es importante tratarlos adecuadamente y prevenir su formación.
Los callos se dividen en varios tipos y cada uno de ellos requiere un enfoque especial. Uno de los tipos más comunes es el callo húmedo, que se produce como resultado de una lesión en la piel, por ejemplo, por zapatos incómodos o apretados. Una ampolla es una ampolla llena de líquido que requiere un cuidado cuidadoso para evitar una infección. Lo antes posible, la zona dañada debe tratarse con un antiséptico y cubrirse con un apósito bactericida.
Los callos secos se forman debido a la fricción prolongada y repetida en las mismas zonas, generalmente en los dedos o en las plantas de los pies. Estos callos tienen una capa de piel endurecida que puede volverse dura y dolorosa con el tiempo. Es importante tener en cuenta que si los callos en uno de los pies son asimétricos, esto puede ser una señal de que hay un mayor estrés en ese pie. En este caso, vale la pena contactar con un traumatólogo para aclarar la causa y una posible corrección de la marcha o del calzado.
Para prevenir la formación de callos es importante elegir el calzado adecuado. No debe ser ni demasiado apretado ni rígido, especialmente en la zona de los dedos. Si los zapatos son nuevos y aún no han sido "estrenados", es mejor preparar previamente una tirita con un revestimiento bactericida y pegarla en los lugares donde puedan aparecer ampollas. Esto ayudará a proteger la piel de posibles daños y evitará un mayor desarrollo del problema.
Una vez formado el callo se deben utilizar fármacos queratolíticos. Estos productos suavizan las zonas queratinizadas de la piel, facilitando su eliminación mediante herramientas de manicura o pedicura. Sin embargo, es importante no retirar el callo sin ablandarlo primero para evitar lesiones en la piel y posibles complicaciones. También debes hidratar regularmente las zonas dañadas para acelerar la recuperación.
Si el callo continúa doliendo o inflamándose y el autotratamiento no ayuda, debes consultar a un médico. En algunos casos, pueden ser necesarias medidas más serias, como eliminar el callo con láser u otros procedimientos médicos. Sin embargo, con el cuidado y la prevención adecuados, la mayoría de los callos se pueden tratar con éxito en casa.
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