Todos los padres se enfrentan a la situación cuando su hijo empieza a ser caprichoso y a lloriquear. Este fenómeno puede perturbar incluso al más paciente. Pero, de hecho, no hay ninguna mala intención detrás de este comportamiento, sino una necesidad de comunicación y atención. Los niños, especialmente a una edad temprana, usan el lloriqueo como una herramienta para llamar la atención y expresar su insatisfacción. Saber cómo responder adecuadamente al lloriqueo puede facilitarles mucho la vida a los padres.
0-2 años: Los primeros pasos en la comunicación
Para los niños menores de dos años, el lloriqueo es la primera forma de atraer la atención de los adultos, especialmente si aún no pueden hablar. El lloriqueo monótono indica que el niño quiere algo, y es una especie de señal de alerta. Los padres deben estar preparados para responder rápidamente para que el niño no empiece a usar este método con demasiada frecuencia.
Es importante enseñar al bebé otras formas de comunicación. Por ejemplo, cuando empiece a lloriquear, puedes mostrarle el objeto que quiere y elogiarlo por usar gestos. Cuanto antes comprenda el niño que pedir sin quejarse da resultados, con menos frecuencia usará el lloriqueo.
3-6 años: ¿Manipulación o expresión de emociones?
A medida que los niños crecen, empiezan a usar el lloriqueo como medio para presionar a sus padres. Entre los tres y los seis años, los niños pueden usar el lloriqueo conscientemente para conseguir lo que quieren. Los padres deben explicarle que este método no siempre es efectivo.
Lo mejor es explicarle inmediatamente al niño que lloriquear no le ayudará a lograr el objetivo. Por ejemplo, si el niño insiste en comprar un juguete, pero usted vino a la tienda por otra razón, dígale directamente: "No vinimos por juguetes, sino por zapatos". Este comportamiento le mostrará que sus manipulaciones no funcionan.
7-12 años: Berrinches por carga de trabajo
Los niños en edad escolar suelen tener rabietas debido a la necesidad de superar dificultades, como las tareas o madrugar. Para ayudar a su hijo a sobrellevar esto, es importante reducir el estrés y ofrecerle apoyo. Recuérdeles que, después de completar la tarea, podrán disfrutar de su actividad favorita.
Es importante no reprocharle a su hijo sus rabietas, sino demostrarle que comprende sus dificultades. El apoyo y la atención le ayudarán a sentirse más seguro y a afrontar mejor las tareas.
12+ años: Pesimismo adolescente
Los adolescentes suelen quejarse de la vida y la perciben como injusta. Los cambios hormonales, el estrés y los problemas con los amigos o en la escuela pueden volverlos pesimistas. Ante los intentos de consolarlos, pueden decir: "No me entiendes". A esta edad, lo importante no son tanto los consejos como el apoyo.
No intente convencer a su hijo adolescente de que todo estará bien. En cambio, háblele de su experiencia y de cómo afrontó las dificultades. A veces, los adolescentes simplemente necesitan sentirse comprendidos. Además, recuerde que, a pesar de su edad, siguen necesitando contacto físico: abrazos y caricias que les ayuden a sentirse queridos y apoyados.
¿Cómo evitar los caprichos constantes? Una regla simple pero importante para todas las edades es la previsibilidad. Los niños se sienten más seguros cuando saben qué les espera en el futuro cercano. Por lo tanto, es importante advertirles con antelación sobre posibles cambios en su rutina diaria. Si van a visitarlos, avísenles con antelación para que puedan prepararse. Además, eviten situaciones en las que el niño se vea obligado a esperar mucho tiempo sin comprender cuánto tiempo más necesitará.
No olviden que cada niño es único y que el trato con él debe ser individual. Recuerden que lloriquear no es solo una manifestación de mal humor, sino una forma de comunicación. Cuanto antes aprendan a reaccionar correctamente ante los caprichos, más rápido aprenderá el niño a gestionar sus emociones.
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