El ritmo de vida moderno nos obliga cada vez más a vivir en tensión constante, sobre todo cuando se trata del trabajo. Los plazos diarios, los conflictos en el equipo, el miedo a perder un puesto... todo ello provoca altos niveles de estrés. Y cuanto más se preocupa una persona por el estrés profesional, más a menudo se enfrenta a un deterioro de su salud.
Los estudios lo confirman: el estrés laboral influye directamente en la frecuencia de las enfermedades. Investigadores de la Universidad Concordia de Canadá descubrieron que los empleados que trabajan en áreas especialmente estresantes visitan al médico un 26% más a menudo que sus colegas con un horario más relajado. Esto se explica por el hecho de que la tensión nerviosa constante deprime el sistema inmunitario y contribuye al desarrollo de muchas enfermedades.
El análisis de los datos demostró que cuanto mayor es el nivel de estrés, más a menudo se quejan las personas de dolencias físicas y buscan ayuda médica. Los participantes en el estudio -hombres y mujeres de entre 18 y 65 años- compartieron información sobre su salud, estilo de vida y carga de trabajo. Se descubrió que las condiciones de trabajo estresantes estaban estrechamente relacionadas no sólo con la enfermedad, sino también con una peor calidad de vida en general.
No hay que subestimar los efectos fisiológicos del estrés. Puede provocar dolores de cabeza crónicos, dolor de espalda, enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos e incluso aumentar el riesgo de cáncer. Además, el estrés prolongado puede provocar trastornos del sueño y fatiga constante, lo que no hace sino agravar la situación.
Cabe mencionar que el estrés se convierte a menudo en un desencadenante de malos hábitos. La gente empieza a fumar más a menudo, bebe más alcohol, come sobre la marcha o se olvida de una comida completa. El sedentarismo también forma parte del círculo vicioso en el que cae una persona cansada.
Para evitar consecuencias graves, es importante aprender a gestionar el estrés. Un sueño reparador, la práctica regular de ejercicio, la capacidad de relajarse después del trabajo y una dieta sana pueden ser una defensa fiable contra los efectos destructivos de las situaciones estresantes. Cuidar de uno mismo y de su estado interior no es un capricho, sino una necesidad en el mundo actual.
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