Fantasías masculinas y una mujer real: ¿Qué es realmente importante?

¿Qué cualidades debe tener una mujer para ganarse la atracción y el respeto de un hombre no por una noche, sino por mucho tiempo, quizás para siempre? Contrariamente a la creencia popular, la apariencia y los hábitos de las películas eróticas están lejos del primer lugar en la lista de preferencias masculinas. Los hombres, como demuestra la práctica y las encuestas, valoran mucho más en las mujeres algo menos obvio, pero mucho más profundo.

Comencemos con el hecho de que la confianza y el amor propio son la base de todo atractivo femenino. Una mujer que se cuida no por la opinión de los demás, sino porque se respeta a sí misma, se convierte en un imán para los hombres. Ella no hace escenas, no exige pruebas de sus sentimientos y no utiliza la intimidad como una forma de conservar a su pareja. Ella sabe lo que quiere y no es tímida al respecto. Y esto no es frialdad en absoluto, sino una libertad madura que los hombres encuentran extremadamente atractiva.

El segundo aspecto importante es la relajación y la naturalidad. Una mujer que no se avergüenza de su cuerpo y no convierte la intimidad en un examen, generalmente provoca que el hombre quiera abrirse como respuesta. No en vano dicen que la energía femenina es la que marca el tono. Cuando una mujer disfruta el momento, juega, bromea, prueba algo nuevo, alivia la tensión y hace que la intimidad sea realmente viva. Además, todo esto no requiere una figura ideal, sólo sinceridad.

Los hombres a menudo admiten que esperan iniciativa por parte de las mujeres, pero con delicadeza, sin presión. Es importante poder sentir el momento: no presionar, no imponer, sino guiar sutilmente. Una mujer que puede tomar la iniciativa sin reprimir a su pareja convierte el contacto ordinario en una interacción real. Esta sensibilidad habla de fuerza interior: es lo que distingue a una pareja madura e interesante de una mujer simplemente espectacular.

Otra cosa que los hombres valoran más de lo que comúnmente se cree es la capacidad de la mujer de no avergonzarse de su naturaleza. Esto no sólo se aplica al cuerpo, sino también a situaciones en las que las cosas no salen según lo planeado. Un peinado mal hecho, una media enredada o una risa torpe no deben convertirse en motivo de autoflagelación. Una mujer que puede reírse de sí misma relaja el ambiente y demuestra que está en armonía consigo misma. Este sentimiento se transmite al hombre y lo hace más abierto.

Pero la verdadera profundidad comienza cuando una mujer sabe ser atenta y generosa. No en el sentido de regalos o cenas, sino en capacidad de escuchar, de responder, de estar ahí no por obligación, sino porque le interesa. La paradoja es que es precisamente este tipo de madurez emocional y capacidad de respuesta lo que crea fuertes conexiones sexuales. Una mujer que sinceramente desea que un hombre se sienta bien y sabe cómo lograrlo se vuelve verdaderamente irreemplazable para él.

Y, por supuesto, no podemos prescindir de la capacidad de inspirar. Un cumplido dicho no mecánicamente, sino con genuino interés, funciona mejor que cualquier afrodisíaco. Una mujer inteligente siempre encontrará la manera de elogiar a un hombre para que no parezca un halago, sino que permanezca en el recuerdo. Después de todo, todo hombre sueña con sentirse necesario e irremplazable. Y si a su lado hay alguien que sepa recalcarle esto, se esforzará en hacer todo lo posible para que ella sienta lo mismo.