Las condiciones adversas en la infancia pueden dejar una grave huella en la salud de una persona. Los estudios demuestran que los niños que han sufrido malos tratos tienen más probabilidades de sufrir diversos problemas de salud en el futuro, como diabetes y deterioro cognitivo. Una posible razón es el acortamiento de los cromosomas, que afecta al ritmo de envejecimiento del organismo.
Investigadores de la Universidad de Duke descubrieron que los niños que han sobrevivido a malos tratos tienen cromosomas más cortos por término medio que los que crecieron en un entorno favorable. Esto significa que su edad biológica aumenta más deprisa que la de sus compañeros, lo que implica que el cuerpo envejece más deprisa de lo que debería.
El envejecimiento celular precoz afecta a la salud en general. Tienen más riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos y deterioro cognitivo. También existe la posibilidad de que aparezcan prematuramente enfermedades relacionadas con la edad, como la demencia.
Además de los efectos físicos, los niños que han sufrido malos tratos pueden experimentar problemas psicológicos como trastornos de ansiedad, depresión y disminución de la autoestima. Estos factores deterioran aún más la calidad de vida y pueden provocar dificultades sociales en la edad adulta.
Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de la intervención y el apoyo tempranos a estos niños. El apoyo psicológico, un entorno seguro y unos adultos comprensivos pueden reducir significativamente el impacto negativo de las experiencias traumáticas y ayudar al niño a recuperarse.
La prevención del maltrato y el apoyo oportuno a los niños en situaciones difíciles es uno de los factores clave que afectan a la salud de la sociedad en su conjunto. Cuidar hoy del bienestar psicológico y físico de los niños es contribuir a su futuro y a la salud de las generaciones venideras.
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