Una nutrición adecuada juega un papel fundamental en la vida de los niños que practican deporte de forma activa. Después de todo, para un organismo en crecimiento, la comida no es sólo una forma de satisfacer el hambre, sino la principal fuente de energía y material de construcción que asegura el desarrollo y la resistencia.
A medida que aumenta la actividad física, también aumenta la necesidad de calorías. El cuerpo de un niño deportista requiere una nutrición que pueda mantener la actividad, prevenir el agotamiento y aumentar la resistencia. Pero no sólo es importante la calidad de la comida, sino también el estricto cumplimiento de la dieta para conseguir los máximos resultados.
La principal fuente de energía para los músculos son los carbohidratos. Se encuentran en el azúcar, las frutas, las bayas, los cereales, el pan y las patatas. Durante un entrenamiento intenso, las reservas de carbohidratos del cuerpo se agotan rápidamente, por lo que es necesario reponerlas. La miel, las frutas y los jugos naturales son opciones ideales para reponer energía, ya que son de fácil digestión y no sobrecargan el organismo.
Un elemento nutricional no menos importante es la proteína. Para una recuperación muscular completa, la dieta de un niño debe incluir carne, pescado, huevos, productos lácteos, así como fuentes vegetales de proteínas, como cereales y legumbres. La avena, por ejemplo, es un excelente desayuno previo al entrenamiento, ya que proporciona saciedad duradera.
Se debe prestar especial atención a la hidratación. Durante la actividad física, el cuerpo pierde una gran cantidad de líquido a través del sudor. Es necesario reponerlo no sólo con agua, sino también con bebidas ricas en vitaminas y minerales, como zumos de frutas y aguas minerales. También es importante incluir en la dieta alimentos ricos en calcio, fósforo y hierro, que ayudan a mantener la función muscular y mejorar el metabolismo.
En cuanto a la dieta, los expertos recomiendan aumentar el número de comidas a 5-6 veces al día, reduciendo las porciones. Esto ayuda a evitar sobrecargar el sistema digestivo, lo que es especialmente importante antes del entrenamiento. 1-1,5 horas antes de la clase, puedes ofrecerle a tu hijo un refrigerio ligero: yogur, kéfir, un poco de avena o galletas. Después del entrenamiento, es mejor posponer la comida durante 20-30 minutos para permitir que el cuerpo tenga tiempo de recuperarse.
Conocer los conceptos básicos de nutrición ayuda a los padres no sólo a planificar una dieta adecuada, sino también a apoyar la salud y los logros deportivos de sus hijos. Consultar con nutricionistas o entrenadores es un paso importante hacia el éxito de un joven deportista.
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