La atracción sexual entre la pareja es una parte natural de una relación que refuerza el vínculo emocional y aporta satisfacción. Sin embargo, cuando los pensamientos sobre sexo se vuelven obsesivos y la gratificación física pasa a un primer plano, desplazando todo lo demás, esto puede indicar una adicción. La adicción sexual, o adicción al sexo, como la llaman los expertos, requiere atención y ayuda profesional, ya que suele ser el resultado de problemas psicológicos profundos.
Las causas de la adicción al sexo suelen residir en la falta de calor emocional y cuidados en la infancia, especialmente en el caso de las niñas. Cuando un niño no recibe el apoyo y la ternura adecuados en los primeros años, puede llevarle a buscar un sustituto mediante el contacto físico en el futuro. Las mujeres adultas, al sentir la falta de calor, intentan llenar este vacío mediante relaciones sexuales constantes, con la esperanza de sentirse necesitadas y queridas.
Para muchas mujeres, la adicción al sexo se convierte en una forma de compensar la falta de conexión emocional en sus vidas. Cambiar de pareja con frecuencia no es para ellas una forma de obtener placer sexual, sino más bien un intento de encontrar el calor físico que les falta en la vida real. Paradójicamente, pero para estas mujeres, las relaciones íntimas en sí no son tan importantes como la sensación de que alguien estará a su lado al menos durante un breve periodo de tiempo.
Otra razón para la aparición de la adicción sexual son los fallos hormonales o los trastornos en el cerebro. Aunque estos casos son menos frecuentes, siguen requiriendo la intervención de un especialista, ya que pueden mermar considerablemente la calidad de vida de la mujer y su percepción de las relaciones.
El inicio de la actividad sexual también puede influir en la formación de la adicción. Una mala primera experiencia o la falta de conexión emocional con la primera pareja pueden llevar a una mujer a cambiar constantemente de compañero sexual en busca del perfecto. Poco a poco, estos experimentos se convierten en una necesidad compulsiva, y el sexo deja de ser una forma de expresar sentimientos para convertirse en una acción mecánica.
Uno de los aspectos más peligrosos del sexaholismo es el rechazo de las relaciones a largo plazo. En la búsqueda de un rápido placer físico, la mujer pierde la oportunidad de establecer una conexión emocional profunda que podría proporcionarle más alegría y satisfacción a largo plazo. Se priva a sí misma de la oportunidad de obtener un verdadero calor del alma, sustituyéndolo por relaciones a corto plazo.
La adicción al sexo también puede manifestarse en masturbaciones frecuentes y visitas a recursos pornográficos. Este comportamiento se convierte en una especie de «analgésico», que permite olvidarse durante un breve periodo de tiempo de los problemas y aliviar la tensión emocional. Sin embargo, estos comportamientos no abordan los problemas de fondo y sólo pueden exacerbar la adicción al crear la ilusión de un alivio temporal.
Las relaciones ocasionales no sólo conllevan peligros psicológicos, sino también físicos. No hay garantías de que cada nueva pareja sea sana, tanto física como mentalmente. Estas relaciones pueden provocar nuevos traumas, tanto físicos como emocionales, aumentando los sentimientos de soledad e insatisfacción con la vida.