Vitaminas: mitos y realidad

A medida que el frío se acerca, muchos piensan en cómo fortalecer su inmunidad. Para responder a esta pregunta, muchos recurren a las vitaminas que se han convertido en una parte integral de los estilos de vida saludables modernos. En los estantes de las tiendas hay muchos complejos multivitamínicos que prometen la promoción de la salud y la protección contra las enfermedades. ¿Pero debemos creer estas promesas?

El hecho de la deficiencia de vitaminas y su impacto en la salud humana es innegable. Las observaciones indican que la deficiencia de vitaminas puede provocar enfermedades graves. Es por eso que las vitaminas se han convertido en el tema de mayor interés de los científicos y el público.

A mediados del decenio de 1980, la Organización Mundial de la Salud llevó a cabo un estudio que demostró que las personas que viven en el Mediterráneo sufren enfermedades cardiovasculares con mucha menos frecuencia que las personas que viven en otras regiones. Esto se debió principalmente a su dieta, rica en verduras frescas y frutas.

El auge multivitamínico causado por este descubrimiento condujo a la ingesta masiva de vitaminas C y E, así como provitamina A como una forma de prevenir las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, estudios posteriores han demostrado que tomar estas vitaminas en dosis terapéuticas no tiene el efecto esperado en el sistema cardiovascular.

Estudios clínicos a largo plazo han demostrado que tomar vitaminas C y E, así como betacaroteno, no reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares en personas sanas y no mejora el curso de la enfermedad en pacientes con cardiopatía isquémica.

Estudios recientes realizados tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido han confirmado que la ingesta de complejos vitamínicos y minerales en dosis altas puede ser perjudicial para la salud. Esto es especialmente cierto para la vitamina C, cuyas altas dosis en tabletas pueden causar consecuencias indeseables.