Todo sobre los acuerdos prenupciales: proteger los intereses y derechos de los cónyuges

No hace mucho, los acuerdos prenupciales causaban escepticismo entre los recién casados y las parejas casadas. Les parecía que firmar un contrato sobre el reparto de bienes en vísperas de la boda era señal de cálculos fríos, carentes de devoción mutua. Pero hoy, este enfoque de los acuerdos prenupciales está cambiando cada vez más.

En Occidente, redactar un contrato matrimonial se ha convertido en una práctica habitual, que aporta claridad y nitidez a la relación. En este caso, los cónyuges tienen la oportunidad de determinar el destino de sus bienes en caso de divorcio, lo que aumenta la confianza y la estabilidad del matrimonio.

La esencia de un acuerdo prenupcial es definir los derechos patrimoniales de los cónyuges, tanto antes como durante el matrimonio. El contrato puede especificar la división de bienes, las participaciones en los bienes comunes, así como las normas para el reparto de las obligaciones financieras.

Sin embargo, un acuerdo prenupcial no regula las relaciones personales, los derechos de los hijos ni las obligaciones de los cónyuges. Su finalidad es proteger los intereses patrimoniales de cada parte en caso de divorcio o separación.

Al redactar un acuerdo prenupcial, es importante respetar el principio de igualdad y voluntariedad. Ninguna de las partes debe presionar a la otra para que firme el contrato. La coacción para firmar el contrato lo invalida.

Al redactar un acuerdo prenupcial, las partes deben ser mayores de edad y estar libres de impedimentos para contraer matrimonio. Es inaceptable que se redacte un contrato entre personas que no reúnen los requisitos para contraer matrimonio.

Un acuerdo prenupcial es una herramienta que permite la estabilidad y la protección de los intereses en un matrimonio. En el mundo actual, cada vez más parejas reconocen su importancia y toman la decisión de suscribir uno con vistas a su futuro y bienestar.