A menudo en la sociedad se considera a las mujeres más débiles y menos agresivas que los hombres. Sin embargo, los psicólogos sostienen que, a pesar de la falta de fuerza física y de un tamaño impresionante, las mujeres no son menos propensas a la competencia. Sus métodos de lucha e influencia son distintos de los de los hombres, pero a veces incluso más insidiosos y sofisticados. En lugar de demostrar una superioridad manifiesta, las mujeres prefieren utilizar una estrategia más encubierta y elaborada destinada a eliminar a sus oponentes.
Los estudios realizados por investigadores de la Universidad de Harvard demuestran que las mujeres suelen recurrir al aislamiento social para eliminar una amenaza. Cuando la confrontación es necesaria, las mujeres no buscan dominar directamente como los hombres, sino que forman alianzas con determinadas personas para eliminar a quienes suponen una amenaza para ellas. En lugar de entablar una competición directa, intentan crear presión social y rechazo hacia su oponente.
Un ejemplo destacado es un experimento realizado con voluntarios en el que tenían que elegir entre jugar con dos hipotéticos compañeros o aliarse con uno de ellos para luchar contra el otro. Los resultados mostraron que cuando existía la opción de excluir a un oponente, las mujeres eran mucho más propensas que los hombres a formar equipo con uno de ellos para expulsar al otro del grupo. Este planteamiento les permite actuar con más sofisticación y asumir menos riesgos.
Cuando se trata de competir, los hombres suelen intentar demostrar su superioridad física mediante la fuerza y el dominio. Sin embargo, las mujeres suelen centrarse en los aspectos sociales y la manipulación para evitar el conflicto directo. Intentan crear condiciones en las que los rivales o enemigos queden al margen, sin influencia ni apoyo.
Estas estrategias de manipulación y exclusión son aplicables no sólo en el contexto de los juegos, sino también en grupos sociales, en el trabajo y en otras situaciones de la vida. Las mujeres pueden utilizar estas técnicas en la vida cotidiana para excluir a quienes puedan amenazar su estatus o sus intereses. Es importante señalar que estos planteamientos no conllevan necesariamente una carga negativa: forman parte de la interacción social normal y pueden ser eficaces en determinadas situaciones.
En última instancia, es habitual que las mujeres utilicen su perspicacia mental y social para conseguir objetivos. A pesar de los estereotipos de debilidad física, sus estrategias de manipulación pueden ser tan poderosas y exitosas como la dominación masculina directa. Este arte no siempre es obvio, pero impregna todos los ámbitos de sus vidas, ayudándolas a conseguir el resultado deseado, a menudo sin conflictos innecesarios.