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El tacto es algo mágico, especialmente para los niños, independientemente de su edad. En el mundo actual, en el que se hace mucho hincapié en los dispositivos digitales y las interacciones virtuales, el contacto físico es aún más importante para la salud y el desarrollo de los niños.
Los abrazos mutuos, las palmaditas ligeras en la espalda y las caricias suaves no sólo crean una sensación agradable, sino que también tienen un efecto curativo en los niños. Se sienten más seguros, confiados y queridos.
Es especialmente importante mantener el contacto físico con los niños cuando se convierten en adolescentes y empiezan a alejarse de sus padres. Es un periodo de cambio e incertidumbre para ellos, y un simple abrazo puede ser un oasis de calma y apoyo.
Los abrazos y las caricias frecuentes ayudan a los niños a sentirse queridos y valorados. Esto mejora su bienestar emocional y fomenta unas relaciones sanas con los demás.
Es importante ser sensible a las necesidades del niño y ofrecerle cercanía física sin que se sienta incómodo o avergonzado. Los momentos de contacto físico pueden incorporarse con naturalidad a las situaciones cotidianas, lo que los hace aún más eficaces.
Los abrazos y las palabras cariñosas no son sólo una expresión de amor y cariño, sino también un medio de reforzar el vínculo entre padres e hijos. Deje que sus abrazos sean un ritual curativo que aporte alegría y bienestar a su familia.
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