El queso no es sólo un producto, sino una verdadera cultura gastronómica que se extiende por muchos países y tradiciones. Desde la antigüedad, el queso ha sido apreciado como un manjar gourmet que disfrutaban los reyes y como un alimento sencillo pero nutritivo para los campesinos. Los quesos de varios tipos, desde procesados hasta duros, son una parte integral de la cocina europea y se combinan idealmente con una copa de buen vino.
El proceso de elaboración del queso se remonta a hace cuatro mil años, cuando un comerciante emprendedor decidió ofrecer queso en lugar de leche normal. Desde entonces se han creado muchas variedades. El queso se elabora con leche de vaca, oveja, cabra e incluso búfala. Las principales etapas de preparación incluyen fermentar la leche, calentarla, exprimirla, darle forma y madurar. Cada uno de estos pasos se puede variar, lo que crea una gran variedad de quesos.
Los franceses, como reconocidos maestros queseros, han desarrollado una clasificación que incluye varios grupos de quesos: desde frescos (mozzarella, feta) hasta curados con moho (Roquefort, Brie). Cada tipo de queso tiene sus propias características, así como sus combinaciones con vinos. Por ejemplo, los vinos blancos semisecos y dulces combinan bien con los quesos blandos, mientras que los quesos duros y picantes se sirven mejor con vinos tintos o blancos delicados. Conocer estas sutilezas te ayudará a crear la combinación perfecta en la mesa navideña.
El queso no sólo sorprende por su sabor, sino que también plantea una pregunta interesante: “¿Quién le hace agujeros al queso?” Estas misteriosas cavidades están formadas por bacterias propiónicas, que liberan dióxido de carbono durante la maduración. Por ejemplo, el famoso queso suizo Emmental es conocido por sus grandes agujeros, que son señal de su calidad. Sin embargo, no todos los quesos pueden presumir de tal "decoración".
El almacenamiento del queso es un aspecto importante que incide en su sabor y aroma. Los expertos recomiendan guardar el queso en un lugar oscuro y fresco, como el frigorífico o el sótano. La temperatura óptima para la mayoría de los quesos es de 8 a 15 grados centígrados. También vale la pena envolver el queso en papel engrasado para evitar que se seque, y antes de servir dejarlo reposar un rato a temperatura ambiente para que suelte todos los sabores.
Las tradiciones del queso varían de un país a otro. En Francia se suele servir antes del postre con una copa de vino, mientras que a los alemanes les gusta terminar la comida con queso. En Ucrania, los platos de queso son acompañantes constantes de los aperitivos fríos y calientes. Para crear la ceremonia del queso perfecta, asegúrese de ofrecer al menos cuatro tipos de queso, dispuestos de manera que cada invitado pueda disfrutar de una variedad.
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