Cómo la estabilidad emocional de una madre afecta el desarrollo de su hijo

Científicos de la Universidad de California, Irvine, han llegado a una conclusión inesperada: la estabilidad emocional de una madre es mucho más importante para un niño que su estado de ánimo específico. Esto significa que, incluso si una mujer está deprimida, su estado se mantiene estable, el desarrollo del niño no se ve afectado.

El estudio abarcó a 221 mujeres que fueron observadas durante el embarazo y durante un año después del parto. El estado psicológico de las madres se evaluó cinco veces y el desarrollo de los niños cada tres meses. Los mejores resultados se observaron en aquellos bebés cuyas madres mantuvieron el mismo estado emocional durante el último trimestre y todo el primer año de vida del niño.

Curiosamente, los niños cuyas madres experimentaron cambios (por ejemplo, inicialmente se sintieron deprimidas y luego inesperadamente se animaron) presentaron desviaciones del desarrollo, primero físicas y luego cognitivas. Esto sugiere que la inestabilidad, aunque parezca positiva, puede ser percibida por el cuerpo del niño como estrés.

Los investigadores explican esto por el hecho de que el niño comienza a ser "programado" para un cierto nivel de cuidado y entorno desde que está en el útero. Si este nivel cambia bruscamente después del nacimiento, el bebé se enfrenta a una discrepancia entre las expectativas y la realidad, lo que requiere una rápida readaptación y puede causar retrasos en el desarrollo.

Se ofrece una analogía con otros estudios: si una mujer embarazada comía mal, el niño en el útero estaba preparado para una dieta pobre. Si después del nacimiento, recibe una sobrealimentación repentina, esto aumenta el riesgo de trastornos metabólicos. La adaptación psicológica, al parecer, funciona según las mismas leyes.

Sin embargo, el estudio no significa que la depresión pueda ignorarse. Si está presente, es aconsejable tratarla lo antes posible, antes del nacimiento del niño. Y es importante hacerlo con delicadeza, sin cambios bruscos, para no alterar el frágil equilibrio del que depende la salud del futuro bebé.